Calella de Palafrugell, a fishing village with charm
Si tuviera que definir a esta bella localidad anclada en plena Costa Brava, siempre la describiría utilizando adjetivos sinónimos de «encanto».
El origen de Calella como núcleo habitado se sitúa a mediados del siglo XVIII. Anteriormente era un territorio desierto, quizá con alguna casa o choza aislada. Cuando las incursiones de los piratas empezaron a remitir, los pescadores de Palafrugell se instalaron en la costa. El primer documento donde aparece un rastro de residencia fija en Calella es de 1746.
El puerto de Calella, que llegó a disponer de un aduanero propio, tuvo su importancia durante el esplendor de la industria del corcho, ya que mucho corcho de las industrias palafrugellenques exportaba por mar, además de otros productos. Las Vueltas antiguas datan de este período. La época de prosperidad estaba terminando cuando se construyó la iglesia, terminada en 1887, y la escuela, construida un año después a expensas de los vecinos del pueblo.
A finales del siglo XIX, los palafrugellense habían adoptado la costumbre europea de los baños de mar. Las clases populares se desplazaban a menudo los domingos a Calella y la burguesía edificó las casas para pasar los veranos. Antes de la guerra civil ya existían en Calella tres hoteles, lo que prueba que había una clientela fija de veraneantes, aunque poco numerosa y básicamente del país. Calella era entonces un pueblo más bien pobre donde la mayoría de sus habitantes subsistía gracias a la pesca y en sus huertos.
El turismo extranjero hizo su aparición en los años 50 del siglo pasado y se desarrolló de manera espectacular durante los años sesenta. Su llegada cambió la vida de los calellenses, que abandonaron la pesca, ya bastante tocada por la aparición de barcas a motor que no encajaban en un puerto tan pequeño, y se dedicaron al turismo. El pescador calellense pudo alquilar habitaciones, vender su caseta de primera línea de mar y construirse dos viviendas con los beneficios.
A diferencia de tantas localidades de nuestra costa, el casco antiguo del pueblo se mantuvo casi intacto en la época de la fiebre urbanizadora. Las urbanizaciones se extendieron hacia las afueras y la altura de las nuevas edificaciones fue limitada, con lo cual Calella, a pesar de su evidente crecimiento, ha podido mantener un encanto de pueblo marinero.

La playa de Port Bo es la más famosa e histórica, esta playa, también conocida como la playa de las barcas debido a que en su gruesa arena reposan las barcas de los pocos marineros que quedan en la localidad se encuentra dentro del conjunto histórico de las Voltes, porches abovedados que en la antigüedad servían como cobijo de los aperos de los pescadores palafrugellenses.

Un día al año, tradicionalmente el primer sábado del mes de julio, esta pequeña localidad gerundense se convierte en la capital de la habanera. Y es que esta popular canción de taberna, interpretada por los pescadores que buscaban refugio en los días de mal tiempo, halló aquí a su escenario perfecto para mantener una tradición que viene del siglo pasado. Una tradición que mantiene el récord perenne de la unión entre dos pueblos, el español y el cubano, interrumpida pero no rota por la Guerra de Cuba y la pérdida de las colonias americanas. Y es que, como asegura el dicho popular: si bien nos une la sardana, la habanera nos hermana.
Estas canciones testimonian la marcha a Cuba, durante el siglo pasado, de numerosos marineros catalanes que buscaban una forma de ganarse la vida y luego volvían cargados de bebida (ron, en especial), tabaco, ritmos, canciones… y mil historias que contar.
Relacionado:
Cadaqués, la puerta más bella del Mediterráneo
Beau résumé et belles photos. Bonne soirée
Merci Georges!
Me encanta!
Gracias Marina!
Dan ganas de irse para allí, parece un lugar idílico.
Tu óleo es estupendo, me parece precioso.
Gracias y que tengas una feliz semana. Un abrazo.
Gracias, amiga Isabel. Yo tambien te deseo pases una excelente semana! Un fuerte abrazo.
Es súper bonito y aunque está cerca de Barcelona, nunca he estado. Pero en agosto voy allí de concierto y ya aprovecharé para hacer ruta!:)
Es un «pecado» no haberlo visitado, estando tan cerca! 🙂 Supongo que vas a Cap Roig Festival, un impresionante escenario para asistir a un concierto. Allí mismo tienes el Jardín Botánico. No te dejes la cámara! Saludos.
Calella de Palafrugell y Cadaques son dos localidades marineras que me encantan!!
Coincido contigo, son las dos perlas de la Costa Brava! un abrazo!