Palau Nacional de Montjuïc de Barcelona y su museo MNAC

La montaña de Montjuïc, donde se encuentra el Palau Nacional, fue durante muchos años una zona marginal de la ciudad. El terreno donde se asienta actualmente era una de las canteras que en esa época estaban en explotación. Con la Exposición Internacional del año 1929, Barcelona ganó la montaña, que con el tiempo, se ha convertido en un espacio de ocio y cultura para todos.

Este edificio monumental fue destinado a ser la obra más importante y representativa de la Exposición Universal, concebido para organizar los principales actos protocolarios, además de destinarse a dependencias reales y a la exposición de arte español.

 

El 30 de junio de 1926 se colocó la primera piedra. Entre los asistentes, el presidente del comité ejecutivo de la exposición, el marqués de Foronda; el alcalde de Barcelona, el barón de Viver, y el director de Construcciones del certamen, y uno de los padres del proyecto, Pere Domènech i Roure. Foto: Arxiu Històric de la Ciutat

 

Se proyectó como un palacio de gran suntuosidad, evocando el estilo francés Beaux-Artes, a pesar de que en la época se calificó de renacentista español.

Estado de la construcción del Palau Nacional en enero de 1928. Foto: Arxiu Històric de la Ciutat

 

Para conseguir edificar en el plazo prefijado de dos años y medio una superficie total de casi 32.000 metros cuadrados, se siguieron procedimientos de construcción rápidos y las operaciones se redujeron a lo imprescindible.

 

Estado de las obras de la Exposición Internacional de Barcelona hacia marzo de 1928. El Palau Nacional visto desde la plaza de España. Foto: Arxiu Institut Municipal d’Història

En esta fecha todavía le faltaban las cúpulas y las cuatro torres. Quedaban quince meses para su inauguración.

Imagen tomada en 2017, desde la azotea del edificio de las Arenas, antigua plaza de toros y actualmente Centro Comercial Las Arenas.

 

 

El 15 de julio de 1930 se clausuró la exposición que dejaba a la ciudad un parque, unas instalaciones ornamentales y un conjunto de palacios con destinación incierta.

El edificio se adaptó a su nueva destinación como museo permanente, con zonas de almacenes, talleres de restauración y de mantenimiento, laboratorio fotográfico, despachos y sala de conferencias.

 

A medida que vamos subiendo las escalinatas nos vamos encontrando con vistas cada vez más espectaculares hacia la Plaza de España

 

Esta es la terraza que hay justo delante de la entrada al Palacio.

 

Mostrador de acceso al Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), situado en el vestíbulo de entrada.

El Palacio Nacional alberga en su interior el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Además de las exposiciones temporales que el museo organiza, aquí se pueden contemplar las muestras permanentes de las colecciones de arte que alberga y que comprenden desde el siglo XI al XX.

A destacar, la sala de arte románico que contiene, en su mayoría, piezas de procedencia catalana de los siglos XI, XII y XIII. Su fondo de arte gótico, que abraza el período comprendido entre el siglo XIII y finales del XV, ilustra la plenitud y el momento de máxima expansión territorial catalana en el contexto de la Europa mediterránea de la época. El arte del Renacimiento y el Barroco está recogido en las obras del legado Cambó, una colección que abarca la historia de la pintura europea desde el siglo XIV hasta el inicio del siglo XIX.

Acto seguido, podemos visitar directamente la Sala Oval o bien acceder a cualquiera de las diferentes colecciones del Museo.

La Sala Oval, la gran plaza pública del museo, debido a sus grandes dimensiones, no fue considerada en 1929 como el escenario más apropiado para recibir las decoraciones murales. Por lo tanto, se optó por la pintura mural, con ornamentación lisa y cenefas. Destacan los cincuenta y seis escudos de los arcos de la curva de la tribuna del primer piso, cincuenta de los cuales corresponden a las provincias españolas y seis, en la zona del órgano, a representaciones de instrumentos musicales. Donde se dedicaron más esfuerzos decorativos fue en las barandillas de la balconada del primer piso y en la escultura monumental que se aplicó a los fustes de las columnas.

 

Para cubrir la Sala Oval, unos 3.500 metros cuadrados, se utilizó una estructura de hierro apoyada sobre parejas de pies derechos, también metálicos. Foto: Arxiu Institut Municipal d’Història.

 

Foto: Institut Municipal d’Història

El 19 de mayo de 1929, se inauguró la Exposición Internacional de Barcelona. La ceremonia principal tuvo lugar en la Sala Oval del Palau Nacional, en presencia de los Reyes de España y de numerosas autoridades. El director del certamen, el alcalde de la ciudad y el jefe de Gobierno pronunciaron los discursos inaugurales. Después de los discursos, los reyes salieron al balcón del Salón del Trono y declararon inaugurada la exposición. Se dispararon unas salvas, se soltaron 60.000 palomas y se pusieron en marcha las cascadas y las fuentes de Montjuïc.

Foto: Institut Municipal d’Història

 

 

Desde siempre, la Sala Oval ha sido uno de los escenarios más emblemáticos de Barcelona para acoger acontecimientos de todo tipo y actos multitudinarios, desde los juegos florares hasta lecturas de poesía, conciertos, actos deportivos y desfiles de moda. Aún hoy en día es una de las salas más grandes de Europa capaz de acoger acontecimientos y que por su arquitectura majestuosa y clásica, a la vez que moderna, se convierte en un espacio muy versátil.

 

 

 

El órgano fue fabricado en Alemania por la compañía E.F. Walcker e inaugurado el 6 de julio de 1929 por Alfred Sittard. El objetivo era dotar a la Sala Oval con el órgano más monumental de Europa. Más tarde, el 8 de junio de 1958, con el concierto del solista Fernando Germani, se inaugura oficialmente el nuevo órgano, tras su ampliación.

Actualmente, el órgano no está operativo y se encuentra pendiente de un proceso de restauración valorado en tres millones de euros.

 

La decoración pictórica de la cúpula, en el vestíbulo del primer piso, se encargó a Manuel HumbertJosep de Togores y Francesc Galí. Los dos primeros pintaron las pechinas y el tambor, mientras que el tercero se dedicó al casquete de la cúpula, donde plasmó la Religión, la Ciencia, las Bellas Artes y la Tierra. En el tambor, Humbert y Togores plasmaron ocho civilizaciones: la fenicia, la griega, la ibérica, la celta, la cartaginesa, la romana, la visigoda y la musulmana. En las pechinas, en grisalla, se representaron las alegorías de León, Castilla, Navarra y la Corona catalanoaragonesa.

 

En este mismo vestíbulo esta expuesto el mural que realizaron Joan Miró y el ceramista Joan Gardy hace 35 años, por encargo de la entonces puntera IBM, probablemente ha llegado a su morada definitiva: la Sala de la Cúpula del MNAC.

 

La colección de arte moderno del Museo Nacional de Arte de Cataluña nace a partir de la Exposición Universal de 1888 y actualmente reúne un conjunto del mejor arte catalán desde principios del siglo XIX hasta los años cuarenta del siglo XX. El recorrido se inicia en el Neoclasicismo y avanza por el Romanticismo y el realismo hasta llegar al modernismo.

En esta colección destacan pinturas como «La vicaría», de Marià Fortuny, junto con obras de otros artistas representativos del modernismo, como Antoni Gaudí o Ramon Casas, y de las vanguardias, como Picasso o Miró. Por otra parte, el museo acoge algunos conjuntos excepcionales de interiorismo procedentes de las casas Amatller, Lleó i Morera y Batlló.

El arte moderno también tiene un lugar destacado y más desde el año 2014, cuando se renovaron las colecciones, las salas y la museografía de esta cronología. La vicaría, de Marià Fortuny, es una de las obras estrella, seguida de piezas de los artistas más representativos del Modernismo, como Gaudí o Casas, y de los de las vanguardias, como Picasso o Miró.

Grandes pintores europeos del Renacimiento y el Barroco como, por ejemplo, Tiziano o Velázquez, y la colección de fotografía completan el fondo.

En esta visita al museo, lo que más me interesaba eran las obras pictóricas de Arte Moderno. Estos son algunos ejemplos:

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Pero en esta última visita al museo, lo que más me sorprendió fue descubrir que existe un acceso a la terraza superior del Palacio, con una espectacular visión de 360º sobre el contorno del palacio. No es fácil de encontrar el acceso. Preguntad por «El Mirador del MNAC».

El acondicionamiento de las terrazas a finales del año 2013, incluye un itinerario circular que hace que el visitante recorra la parte superior del Palacio Nacional dando una vuelta de 360 grados, disfrutando así de la ciudad de Barcelona en la parte norte, donde se puede localizar en primer plano la avenida Reina María Cristina con sus dos Torres Venecianas a la altura de la plaza de España, teniendo además una visión privilegiada de la Font Màgica de Montjuic o la montaña del Tibidabo al fondo.

 

 

Al fondo, la catedral, la costa del Maresme, los edificios del Forum, las chimeneas del Besos, ….

 

 

También podemos observar la Sagrada Familia con las montañas del Montseny a lo lejos.

 

Y como contraposición de estilos arquitectónicos, observamos a lo lejos la torre de comunicaciones, obra de Calatrava.

 

 

 

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