Ruta por el Montseny pasando por El Molar, una masía del siglo XVI aislada en pleno macizo del Montseny

Por tercera vez en treinta años, quise realizar de nuevo esta espectacular ruta por las faldas del Montseny y hacer una visita a la Dolors de la masía de El Molar, para saber de ella y de su familia.

Partiendo de Seva, a unos 10 kms. más arriba se llega a Collformic, desde donde tomamos una pista en descenso que pasa por El Vilar de la Castanya y más abajo hasta el pueblo del Montseny, en unos 13 km. A partir de aquí, sale la pista que en unos 10 km. de fuerte subida nos lleva hasta el Molar y más tarde hasta el Pla de la Calma y de nuevo hasta Collformic, después de 12 km. más.

En total son unos 35 km. de recorrido, con un desnivel positivo de 1.120 m. y con una espectacular panorámica de gran parte del Macizo del Montseny, con el Turó de l’Home en lo más alto, a 1.712 m.

La masía de El Molar, data del siglo XVI, está regentada por Emilio y Dolors, en su día fue adquirida por los padres de Emilio.

Está situada a 850 m. de altitud y la población más cercana es Montseny (320 habitantes), municipio al que pertenece, del cual lo separan más de 10 km. por una pista de tierra en condiciones precarias y un desnivel de unos 400 m.

Dolors y su inseparable perro, me reciben en la puerta de su casa y pronto se cambia el delantal para estar más «presentable», según ella, para este reportage.

Aquí se criaron sus dos hijos. Uno de ellos vive en la única casa que hay unos metros más abajo, en Casanova del Molar.

Mientras hablamos voy tomando imágenes del interior de la estancia y hasta me concede que le haga un retrato con la escusa de resaltar sus bonitos ojos azules.

El camino pasa justo por delante de su casa, con dirección al Pla de la Calma.

Esta es habitación donde pasan gran parte del día. Hace de comedor, cocina, sala de TV, con el típico banco adosado a la mesa, situado frente a la chimenea.

La estancia del comedor es un compendio de detalles y recuerdos. No os perdáis los detalles y la decoración, me traen muchos recuerdos de mi infancia.

En lo que podríamos llamarle «recibidor»,  me cuenta que a través de las escaleras que ascienden desde allí, se llega a los dormitorios. Hace tan solo 10 años carecían de electricidad. Se alumbraban con lámparas de carburo y la comida la conservaban en el pozo de agua. Tenían TV alimentada con una batería.

Esta piedra es la que les dió acceso a poder gozar de la corriente eléctrica y a todas sus comodidades. Se trata de un megalito de dos toneladas, denominado «Estela de la Calma» o «La Sitja del llop», con grabados esculpidos en la era de finales del Neolítico. Formaba parte de la pered de una cabaña de pastor que la familia posee en la finca. A cambio de donarla al Ayuntamiento de Montseny, donde está expuesta, se les compensó con hacerles llegar el fluído eléctrico desde más de un kilómetro de distancia.

El resto de la masía está en un estado bastante degradado y da respeto la solitud de su aislamiento. Con las lluvias torrenciales de hace dos semanas, quedaron totalmente incomunicados por varios corrimientos de tierras. Hace muchos años, también se encontraban en la misma situación con las nevadas del invierno.

Justo antes de llegar al Molar, descansan de la agotadora ascensión, unos ciclistas maravillados por la grandiosidad del paisaje.

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