El pantano de Sau es actualmente la imagen representativa de la extrema sequía que asola a toda Catalunya. Nunca hasta la fecha, estuvo en estos índices tan bajos de agua embalsada (4 hm3), el 2,42% de su capacidad total. Es el segundo embalse más importante de la comunidad catalana, después del de Susqueda. Gran parte de estos dos embalses abastecen la ciudad de Barcelona.

La construcción del embalse data del año 1962 y más tarde el río Ter lo fue llenando de agua, a la vez que el pequeño pueblo de Sant Romà iba sumergiéndose bajo su superficie. Algunas partes de Sant Romà ya estaban en ruinas.

En estas fotografías podemos contemplar los diferentes episodios por los que, poco a poco ha ido evolucionando el nivel de sus aguas, desde estar al completo, cuando tan solo asomaba la punta del campanario de la iglesia, hasta su mínimo nivel actual, donde han quedado al descubierto multitud de sus ruinas.

En varias de mis anteriores publicaciones ha sido el protagonista principal de multitud de mis rutas en bicicleta, dado el imponente y solitario paraje que lo envuelve, rodeado de bucólicos pueblos, monasterios, ermitas y santuarios a los que se accede a través de un gran entramado de caminos y senderos.

Últimamente estas ruinas emergidas son las protagonistas de multitud de personas que llevadas por la curiosidad o simplemente, por saber que nunca más en sus vidas volverán a ver este espectáculo, se desplazan hasta aquí. Ojalá nunca lo volvamos a ver en este estado…. 

Pero ahora, uno se estremece al observarlo y cada vez que me acerco a sus aguas, descubro más y más testimonios de lo que antes formaba un pequeño pueblo rural llamado Sant Romà de Sau, con su iglesia románica (emblema actual), sus casas, sus masías, su puente románico de cinco arcos sobre el río Ter, su molino en forma de castillo, su pequeño cementerio, incluso un pequeño embalse que generaba electricidad.

He recopilado varias imágenes de lo que llegó a ser, en aquel entonces, este pintoresco pueblo, siempre rodeado de impresionantes montañas y bosques. Desde aquí, mi agradecimiento a sus autores, que posiblemente ya no estén entre nosotros.

También he podido descubrir un conmovedor y emotivo escrito anónimo de despedida titulado «Petjades sota l’aigua» (Huellas bajo el agua) , traducido al castellano, de uno de sus antiguos moradores, antes de que su pueblo quedara sumergido definitivamente bajo las aguas.

«Los riscos rojos de Tavertet, afilados por los vientos, se desmenuzan en una pizca de sangre. Debajo, en el pueblecito de Sant Romà de Sau, las horas pasan lentas. Resuena la voz de una campana mientras río arriba, a los márgenes del Ter, se engancha el silencio. La noche va cayendo dulcemente. Bien pronto todo quedará confundido, escondido, talmente, el adelanto de otra noche total que le caerá encima. Tan pronto que la presa estará lista, la tierra se empapara de agua, se inundarán las masías, los cultivos, los caminos, los matojos y los árboles. Se ahogarán las ratas y los insectos. Todo el pueblo, con las casas guarecidas al borde de la iglesia, quedará muerto. Desaparecerán a la vez su encanto y su bruticia. EL agua se aposentará por todas partes como un nuevo huésped. Irá subiendo de nivel, despacio, entrará en las casas rellenando todos los rincones de las cámaras sin olvidar ni uno.»