Fotografiar la niebla, una experiencia única, de lo más misteriosa y por supuesto «mágica»

Retratar la niebla es muy diferente de la fotografía más usual con tiempo despejado. Las escenas ya no son necesariamente claras y definidas, y a menudo carecen de contraste y saturación de color.

Si alguna vez has intentado capturarla con tu cámara seguro que entiendes a lo que me refiero, y es que capturar su esencia, sus formas, su textura y la luz etérea que la rodea, es todo un reto.

A medida que los objetos se alejan progresivamente de la cámara, no solo se vuelven más pequeños, sino que también pierden contraste, y en ocasiones de forma bastante drástica. Esto puede ser tanto una bendición como una maldición, porque si bien exagera la diferencia entre los objetos cercanos y lejanos, también hace que los objetos distantes sean difíciles de fotografiar de forma aislada.

Se puede observar cómo, tanto la saturación de color como el contraste caen drásticamente con cada capa de árbol distante sucesivamente. La capa más alejada, se reduce a nada más que una silueta, mientras que la capa más cercana tiene casi todo el color y el contraste.

Este ejemplo de «captura con niebla» es de los que más me fascinan, se trata de «fotografiar justo antes del anochecer», donde la escasa luz, junto con las sombras, transmiten sensaciones sobrecogedoras y únicas.

La niebla puede enfatizar la forma de los sujetos porque minimiza su textura y contraste internos. A menudo, el sujeto puede incluso reducirse a nada más que una simple silueta.

Una parte de la imagen puede contener un alto contraste y color, al mismo tiempo que sugiere cómo se vería todo lo demás de otra manera. Esto también sirve para agregar algo de diversidad tonal a la escena.

Las gotas de agua en la niebla o la neblina hacen que la luz se disperse mucho más de lo que lo haría de otra manera. Esto suaviza mucho la luz, pero también hace visibles los rayos de luz de las fuentes de luz concentradas o direccionales.

Me entusiasma poner primeros planos más nítidos, que contrasten con la degradación progresiva de la imagen, mostrando una perspectiva cada vez más incierta.

Este es un caso bien claro de como la espesa niebla puede llegar a reducir drásticamente la textura, el contraste y el colorido de estos brotes primaverales.

Otra forma muy interesante de sacar partido a la niebla consiste en no disparar «dentro» de ella. Sino echarse atrás y captar cómo la niebla «se posa» sobre el paisaje.

Un escenario típico consiste en la foto de la niebla sobre los valles, cuando ascienden por las laderas de las montañas: los resultados suelen ser espectaculares. Te animo a que lo pruebes.

Las mejores fotos de niebla son aquellas que le sacan partido a ese tipo de luz, no aquellas que tratan de disimularla.

El ejemplo clásico es la foto en un bosque con la luz del amanecer: cuando la foto se toma en la dirección de esta luz, los rayos de luz descienden de los árboles y se dispersan en el pesado aire de la mañana.

Quizás hayas oído hablar del dicho: «es difícil fotografiar un bosque desde dentro». Esto se debe a que puede ser difícil tener una idea de la escala al fotografiar solo un grupo de árboles: debes salir del bosque para poder ver sus límites y no tener árboles individuales que obstaculicen esta perspectiva. La misma técnica a menudo puede ser muy útil con niebla o neblina.

12 comentarios en “Fotografiar la niebla, una experiencia única, de lo más misteriosa y por supuesto «mágica»

  1. ¡¡¡Preciosas!!! 👏👏👏🤗
    Yo adoro también el embrujo de la niebla, produce unas fotografías únicas, especiales y espectaculares.🥰❤️

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