
Se cree que la primera cerradura fue creada en Egipto, varios siglos antes de Cristo. La primera cerradura egipcia era un tambor de pines diseñado para abrir puertas con un tornillo o barra de madera.
Los cerrajeros han sido una clase distinguida a lo largo de la historia siendo artífices de sistemas de seguridad que maravillaban a sus futuros poseedores entre los que figuraban faraones, reyes, y nobles de diversa categoría.
El Imperio romano desarrolló aun más la creación de cerraduras al crear las primeras de metal, que incluían obstrucciones que sólo la llave correcta podía sobrepasar para abrir la puerta. El Imperio romano también desarrolló el primer candado en «U»; los chinos desarrollaron un candado independientemente de los romanos.
Los colonos americanos crearon una cerradura primitiva que incluía una «llave» exterior. Las puertas eran cerradas con barras o tornillos de madera que se levantaban al jalar un trozo de cuerda desde el exterior del edificio, lo que permitía que la puerta se abriese. Esto era para asegurar que los visitantes se sintiesen cómodos al momento de su llegada.
En 1778, el inglés Robert Barron cambió el arte de hacer cerraduras para siempre con su invención de la cerradura de tambor de doble acción, que inició el comienzo de la era moderno de la cerrajería. La cerradura de Barron requería la llave correcta para levantar lo que esencialmente eran dos palancas, a la altitud correcta para que la cerradura abriese la puerta.
La cerradura de seguridad de Joseph Bramah debutó en 1784 y es aun el modelo para la mayoría de las cerraduras actuales. Ésta incluye pequeños tubos de metal con pequeñas ranuras cortadas en la punta que deben abrirse para que la puerta pueda ser abierta.
Fábrica de llaves en el año 1880.
Linus Yale patentó una versión mejorada del candado de tambor de pines egipcios en 1848, llamando a su invento la cerradura de cilindro compacto. La cerradura Yale es aun utilizada en las puertas de residencias domésticas.