Como cada mañana, temprano y sin prisas, l’avi Miquel emprende su paseo matutino, amarrado a su fiel e inseparable bastón, se dispone a recorrer el trayecto circular y solitario que, desde su casa de pagés, pasa por Can Girbau, y luego, por el bosque de encinas, refugio de un destartalado y ruinoso banco, donde ya de joven se sentaba con Joaquima, su difunta y querida esposa. Aquí siempre se entristece y coge un poco de morriña.
Había sufrido un leve infarto, hace ya unos siete años, el doctor le recomendó caminar, una hora al día ,»despacito y sin prisas», dieta suave, la pastilla y sobre todo ….. muchas ganas de vivir.
L’avi Miquel vivirá muchos años, sigue al pie de la letra esa recomendación : la pastilla ya es costumbre, la caminata es un placer, la comida breve y ligera, y las ganas de vivir ….. se las da su adorable familia.