De esta forma pude acercarme sigilosamente a esta hilera de gaviotas y atestiguar en mi cámara esa perspectiva curiosa e interesante. Salvo la primera, la que está enfocada, ninguna se percató de mi presencia. Estaban inmóviles, apostadas en el pasamanos de la barandilla del mirador del puerto de San Vicente de la Barquera, observando atentas, las barcas de los pescadores que iban arribando al muelle. Sabían que una vez amarradas, algún que otro despojo de pescado les caería al agua.
