Caminando solo en aquella noche,
una fina llovizna humedecía mi frente y mi despoblada inteligencia,
relucientes adoquines, iban modelando uno junto al otro,
el pavimento del casco antiguo, cerca de la Catedral,
sobre éllos, sonoros y resonantes, retumbaban mis pasos,
ahogando aquel imperturbable sosiego,
y al amparo de las farolas ….. busqué refugio en mi soledad